Este post tiene espoilers (no muy grandes) hasta los capítulos 2 de The Leftovers y Les Revenants. En caso de que estés viéndolas y te preocupe (ya sabemos que ambas series son más de sufrir que de sorprenderse), avisado estás.
Este año han coincidido por unas pocas semanas en antenas Les Revenants y The Leftovers. Ambas series en su segunda temporada, abarcan curiosamente desde enfoques muy diferentes temáticas comunes como la ausencia, el valor de la vida, la soledad y la articulación social. Sin embargo, en lugar de hablar de estos temas, tan interesantes por si mismos, hay un tema en común que, sin ser tan trascendente es importante en ambas ficciones: el control ejercido por las sociedades de los pueblos donde se desarrollan. En ambos casos, personas del pueblo, que no están investidas de una autoridad formal, ejercen la violencia contra elementos “indisciplinados”. Se trata del control social difuso.
Control directo: el Estado.
Normalmente cuando la gente vive en sociedad, lo hace aceptando una serie de normas comunes para convivir. El conjunto de estas normas ve garantizado su cumplimiento a través de los órganos del Estado. La policía, los jueces, el ejército, (o la escuela) son instituciones dedicadas a eliminar de manera más o menos violenta aquellos comportamientos que se consideran nocivos para la sociedad. En este caso tenemos un conjunto definido de normas, con unas instituciones identificables y, normalmente, unas sanciones previstas, que nos dice básicamente por dónde podemos movernos. Es decir el control social es concreto, predefinido e identificable. Si robas, la policía te detiene, te envían al juez y posiblemente vayas a la cárcel… y es algo que sabes (con mayor o menor detalle) antes de hacer el robo. Como esas normas son concretas, están más o menos acordadas y se aceptan por el conjunto de la sociedad, se entiende que el uso de la violencia para hacer cumplirlas (la policía y la carcel) están toleradas por el bien de la mayoría.
Sin embargo hay casos en los que la sociedad (o una parte definida de ella) tiene unas normas más restrictivas, complejas o simplemente diferentes de las que proclama la ley. En ese caso, hablamos, normalmente de ética o de moral pública, dado que consideramos que, aunque no haya una ley específica correpondiente que sancione de manera violenta su incumplimiento, las costumbres de la sociedad no toleran bien esos comportamientos. Por ejemplo, en The Leftovers, al inicio de la segunda temporada, uno de los vecinos de Jarden se dedica a vaticinar el futuro a través de la impronta de la mano. Uno de los jefes de la Comunidad, el bombero John Murphy no acepta (y suponemos que el resto de la comunidad tampoco) este tipo de actividades, así que, aunque no le puedan meter en la cárcel, le queman la casa y le echan del puelo. Hay un valor social no preestalecido que no se impone por la autoridad formal (los bomberos) sino por los vecinos.
El control social difuso.
¿Por qué decimos que este tipo de control es social y difuso? Entendemos el control como social, porque es el conjunto de individuos (y no las instituciones) quien lo ejerce. Existen normas que hemos decidido excluir del control social (como por ejemplo, en la mayoría de los casos, la religión o las supersticiones). En Les Revenants, al inicio de la segunda temporada Milan y el resto de habitantes del pueblo suponen que “el niño” es responsable de algún modo de la ruptura de la presa. Como no van a ir a la policia a decir que encierren a un niño pequeño (por mucho yuyu que dé) por haber reventado una presa, la solución que se toman es la de directamente matarle a él (y a la familia).
Así pues tenemos dos motivos fundamentales (retratados en ambas series) por los que es una comunidad la que decide “obligar” al cumplimiento de sus normas. O bien porque las instituciones no quieren regular un comportamiento, por le motivo que sea, o porque no están. En el primer caso, podemos ver en la actualidad como no los temas religiosos, las supersticiones, o algunos comportamientos que consideramos “privados” (que tienen lugar en el hogar) no se regulan. En ese caso, a veces los colectivos sociales se toman la “justicia” por su mano y deciden actuar, bien de manera no agresiva (el ostracismo que ven, por ejemplo los Guilty Remnants en The Leftovers), o bien de manera directamente agresiva (en cualquiera de los dos casos que hablamos). En este caso, lo que se hace es expulsar a los individuos de la sociedad, condenándolos al ostracismo.

No es el Gordo de Érase una vez el hombre, sino Milan, un tipo chungo encargado de que nadie se salga
En otros casos, la sociedad entiende que los poderes públicos no van a proteger de manera efectiva a las personas. Por ejemplo, de Les Revenants, el mismo Milan, convertido en Gurú y lider del pueblo, decide que Virgil, un joven delincuente, tiene que ser sancionado por sus robos. La sensación es que la policía después de la ruptura de la presa no está, así que deciden ser ellos los que actúen.
En cualquiera de los dos casos vemos como un colectivo social tiene una serie de valores compartidos que tratan de salvaguardar sancionando a los individuos que los rompen.
¿Qué repercusiones tiene?
El control social difuso es un fenómeno común, dado que el comportamiento social no se puede regir exclusivamente por leyes. Es decir, las leyes (entre particulares) marcan los límites de lo que se puede hacer, dentro de ello el número de posibilidades es enorme. Es por ello normal que, si por ejemplo, a una persona o grupo de personas no le gustan determinadas actitudes, no se relacionen con ellas. El problema radica en los casos en los que la capacidad de presión que se ejerce por estos mecanismos acaba lesionando los derechos de personas que actúan dentro de la legalidad. Por ejemplo, por mucho miedo que de el Niño de Les Revenants, no se puede “desterrar” bajo amenaza de muerte, porque la ley dice que eso no se puede hacer por motivos evidentes. Del mismo modo, aunque no te guste que tu vecino sea adivino, puede darte derecho a que no le invites a tomar café o, incluso , a que digas a la gente que es un timador, pero no a incendiar la casa. Esto es especialmente importante, porque el monopolio de la violencia del Estado está para evitar que los amigos de las artes ocultas y el círculo excéptico se mate a tiros por la calle.
Además, hay dos problemas añadidos especiales. Por un lado, tenemos que el aparato del Estado está constituido por personas que forman parte de esa misma sociedad. Por ejemplo, en The Leftovers, cuando Kevin Garvey entrega el cadáver de Patty a las autoridades, el agente al cargo de la investigación viene a decir que el mundo está mejor sin ella, y que se vaya. Esto conculca los poderes del Estado en favor del control social, como por ejemplo se acusaba en los estados sureños americanos ante el Ku Klux Klan.
Relacionado con este punto, está la extensión del valor moral social a los poderes del Estado. La naturaleza del Estado se mueve entre la tensión de crear normas aceptadas por la sociedad, pero no elminar los derechos de colectivos minoritarios (eso son los derechos civiles). Por ejemplo, que la mayoría de la sociedad no tolere a los homosexuales, no debe convertirse, ni mucho menos, en que la homosexualidad esté prohibida ni en la pérdida de esos derechos, dado que eso convierte el Estado en lo que Tocqueville llamaba la dictadura de la Opinión Pública. El acordar una serie de derechos comunes y obligatorios está destinado a proteger a las minorías de ese mismo riesgo, y ese es el motivo por el que el control social, en caso de existir, debe quedar en el campo privativo de las personas.