El siguiente post utiliza para ilustrar a su distinguido público las series que sigue el autor hasta el punto en el que lo ha visto el autor. Es decir, podéis encontraros spoilers de las series mencionadas como The Good Wife, El Ala Oeste, House of Cards, Veep, Juego de Tronos o Crematorio.
Cualquiera que siga las series americanas o la actualidad política habrá oído hablar de los PAC (Political Action Commitee) y los SuperPAC (lo mismo, pero más cargado de bombo). Si, además, vive en España habrá oido hablar hasta el infinito de la financiación de los partidos políticos y de las repercusiones que acarrean tanto a los propios partidos como, en muchos casos a los ciudadanos. Evidentemente, el tema de la financiación de la política, la financación del poder es más que importante, no sólo porque explica mucho del sistema electoral, sino porque afecta a la dependencia que tiene el poder político ante el poder económico. Hablemos de poder y dinero.
La financiación de las campañas
Uno de los temas que afectan sustancialmente a la democracia es la financiación de las campañas. En la época de la democracia de masas, los votos se tienen que gestionar en masa y, para ello, hay que utilizar recursos masivos. Pero claro, como toda industria, la publicidad requiere dinero, bien sea en los medios masivos, bien sea en los voluntarios que tratan de dar la chapa, bien sean los anuncios o las webs requieren dinero en grandes cantidades. La aproximación de como conseguir y distribuir ese dinero es fundamental tanto para explicar las relaciones de poder como para comprender cómo entiende cada sociedad la relación con los responsables políticos y los poderes económicos.
Se trata no sólo de la garantizar que el poder democrático esté al servicio de la mayoría, sino de garantizar que haya capacidad de cambio en las élites políticas y, a la vez, permitir que la propia distribución económica sea equitativa. Es decir: por un lado, la financiación no ha de convertirse en servilismo de quien paga, debe permitir que no sólo puedan ganar los que tengan amigos con fondos económicos importantes, y deben permitir que el sistema impida “gorrones” que se benefician de recursos sin tener un interés real en servir a la comunidad. Entiendo que el lector familiarizado con la actualidad esté incrédulo ante semejantes principios: pero siendo estos los que son, no significa que funcionen según lo previsto.
El modelo americano: la financiación en poder del pueblo.
Ya hemos hablado de la importancia radical de la libertad de expresión en Estados Unidos. Pues bien, la financiación de las campañas se basa en esa libertad de expresión. De hecho, todos los lugares comunes del sistema político americano (los partidos no son importantes, prima el candidato, etc), se deben a la misma premisa: el responsable político debe responder sólo ante sus votantes y, por lo tanto, cuanto más participen los votantes en su independencia económica, no sólo es más fácil que sea elegido, sino que, además, más posible es que ejerza el poder siguiendo a su electorado y no a sus financieros. Es más, los partidos políticos son, especialmente, máquinas de recaudación y distribución de dinero. Pensemos en que en la tercera de House of Cards Frank Underwood trata de enmendar la plana al Partido Demócrata puenteándole en el tema de la financiación (fracasando), mientras que Selina Meyer en Veep tiene que besar culos sapos para conseguir el apoyo del partido y lograr así acceso a los financiadores. Esto se organiza generalmente en comités de acción política (los célebres PAC) que muestran su apoyo de muchas maneras, pero, especialmente recaudando dinero y gastándolo en anuncios.
Claro, aquí podemos pensar, y con razón, que la independencia deja de ser de los partidos para ser de los financieros, de los que tienen más dinero. Algo así se trata recurrentemente en The Newsroom o El Ala Oeste, (mencionando incluso en la primera a los Hermanos Koch, unos auténticos lobbistas financiadores del Tea Party). Para ello, el sistema americano se basa en dos limitaciones. La primera es la que impide gastar más de una cantidad en un sólo candidato, y la segunda, invalidada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos en 2010, de gastar más de una cantidad para varios candidatos, precisamente por considerar que limita la libertad de expresión.
La otra garantía es que un candidato no pueda ni conocer en detalle, ni dirigir, ni participar en la acción ciudadana que le apoya, como bien nos está dejando claro Alicia Florrick en la sexta temporada de The Good Wife. En ella, el superPAC de apoyo, con el sustento de un narcotraficante puede hacer tambalear la candidatura de la abogada. Sin embargo, ante una entrevista del comité demócrata (que le supondría votos y, si, dinero), tiene que ocultar su conocimiento, no sólo por ser su financiador quien es, sino, especialmente, porque no debería saberlo. Si lo supiera, su independencia como fiscal del distrito estaría en entredicho. De hecho, el aislamiento entre candidato y PAC es tan alto que, todo lo que puede hacer el candidato con sus anuncios es decidir si lo aprueban o no (tema tratado con detalle en la última temporada de El Ala Oeste con el candidato Matt Santos).
Este modelo tiene una última e importantísima limitación: la exclusión de participantes extranjeros por motivos más que evidentes. Esto, que le costó la presidencia a Walker (antecesor de Frank Underwood), es algo que, por ejemplo, en el modelo europeo de financiación (aunque sea parcial) por parte de bancos, no está tratado con el suficiente detalle (en mi opinión).
El modelo europeo: fondos públicos para financiar a los partidos.
El modelo Estadounidense puede sonar bonito, pero genera bastantes dudas. La principal es que, finalmente, para entrar en política tienes que hacerles la pelota a los señores que tienen dinero y que, a fin de cuentas, acabas sabiendo quién pone dinero para tu elección. De hecho, aunque uno de los éxitos del presidente Obama fue la enorme capacidad de recaudar fondos muy rápidamente de pequeñas donaciones particulares en internet lo cierto es que “dinero llama a dinero” y que los grandes financiadores se rindieron al actual presidente. Esto no es tanto por simpatía (que puede ser), sino porque alguien que recauda tanto tan rápido de tanta gente tiene pinta de ganar… ¿y a quién le prestarías mejor el dinero que al que lo va a poder devolver? Suena mal, ¿verdad?
El caso es que nosotros no creemos tanto en el contribuyente individual, sino en la financiación pública. En teoría, el modelo debería permitir una mayor independencia, al menos por el lado financiero. Usted se presenta, consigue votos y yo le pago: así no tiene que pedir dinero a nadie y usted se dedica a gobernar. Sin embargo, más allá de cajas B, el problema es que la carrera electoral en Europa no tiene nada que envidiar a la carrera armamentística de la guerra fría. De hecho, a principios de los 90 se hablaba de que el Partido Popular intentaba disparar su gasto en publicidad sabiendo que así “forzaba” al PSOE a necesitar más dinero y hacer así según-que-cosas (allá cada uno si lo cree o no… esto es lo que se decía).
Entonces tenemos una escalada en gasto publicitario en las campañas (no solo anuncios, autobuses de militantes, banderas, carteles, Community Managers, sintonías pegadizas) y ahí recurres… a los bancos (en el mejor de los casos). El problema de recurrir a la banca no es que la banca te preste dinero, lo que es malo, es que sabe que de un modo u otro lo obtendrá de vuelta y, en muchos casos, no es dinero lo que más le interesa… de hecho, lo que les interesa es más dinero. Cuando en 2004 el PSC ganó las elecciones y sorprendentemente La Caixa le condonó una importante cantidad de dinero, posiblemente pensaban en que podían endeudarse por mucho más dinero. Un ejemplo de cómo funciona esto es con El Banco del Hierro de Braavos en Juego de Tronos, primero con los Lannister y luego con Stannis Baratheon: los braavosi prestan dinero casi a fondo perdido, pero tienen el monopolio de la pasta y unos clientes que necesitan de su “mierda” como si fuera heroina…Digamos que la condonación de deuda a los partidos son los célebres caramelos llenos de droga que daban en la puerta de los colegios de los 80.
Claro que, a veces, sale la jugada perfecta y encuentras el señor que te da dinero para que le permitas hacer sus
negocios que, además, van a dar empleo (es decir votos) y, de paso, a lo mejor te toca algo a título particular. Esto, que es uno de los más clásicos chiringuitos del solar hispano en el que juntamos lobista, financiador, y sobornador, todo en uno, lo podemos ver, por ejemplo, en Crematorio, donde Rubén Bertomeu mostraba que la Ley de Murphy aplicada a los sistemas de partidos es, en todo caso, optimista.
En resumen, podríamos decir que hay dos grandes sistemas, que comparten una finalidad, que tienen filosofías muy diferentes y que, lamentablemente, suelen fallar en mayor o menor medida en los mismos puntos. Supongo que, en algún momento, a alguien se le ocurrirá algo, pero como diría Homer ¿Eso no lo puede hacer otro?