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Elecciones primarias, partidos y sociedad

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Veep: las primarias desde dentro

Primarias: el más votado no tiene por qué ser el mejor

El siguiente post es trata el tema de las elecciones primarias para la elección de élites políticas. Para ejemplificarlo recurriremos a ejemplos de Veep, El Ala Oeste, The Good Wife o House of Cards con spoilers de diversa intensidad. Así que tomad nota y el que entre, que sepa a dónde va.

En este año electoral que vivimos en España, nos encontramos con los estertores de las elecciones locales del 24M y los prolegómenos de las generales de fin de año. En toda esta vorágine el tema de las elecciones primarias de los candidatos se trata de distintas maneras. Por un lado, una de las medidas de negociación de Ciudadanos para apoyar al Partido Popular para el gobierno de la Comunidad de Madrid es la elección de candidatos por elecciones primarias; IU de la Comunidad de Madrid hizo que los ganadores de las primarias para Comunidad y Madrid ciudad dejaran el partido por no converger con Podemos, Pedro Sánchez ha ganado unas “primarias” sin rival para las generales… y a la vez, en Estados Unidos, empieza el baile de candidatos para las primarias que eligirán los candidatos para las elecciones de 2016.

Las elecciones primarias son tan interesantes porque afectan a la médula del modelo democrático occidental moderno: liderazgo, carisma, profesionalización, financiación y autoridad son aspectos que se ven muy afectados por estos procesos.  A la vez, este proceso retrata la idea relación que el sistema depara entre todos estos elementos.

Primarias: Partidos políticos y candidatos.

En las democracias occidentales los Partidos Políticos tienen dos grandes funciones formales: la generación del debate político y la selección de las élites. En el caso Europeo esta función es más clara, especialmente en países como España: una persona entra en un partido en su juventud y, con el paso de los años y de presencia (ya no digo productiva, que de todo hay) en la estructura del partido, llegan a los puestos de elección. O bien una persona resulta “interesante” para los dirigentes de ese partido y le fichan (llamese Pizarro o Sebastián).

En el caso estadounidense, el funcionamiento no es exactamente el mismo. Los partidos, que son estructuras más débiles (o difusas) preocupadas en la financiación y el acaparamiento de poder en la mayor cantidad de cisrcunscripciones posibles. Los candidatos no dependen de sus estructuras partidarias para ejercer el poder. Como hemos visto innumerables veces, en el modelo estadounidense, el representante responde ante el elector (o grupo de electores a modo de lobbies) y no ante el partido. Esto explica, por ejemplo, que en la cuarta

PRimarias: Bingo Bob con el partido de su lado, pero sin los votos

El partido te puede querer, pero como no vayas a ganar…

temporada de Veep, muchos de los congresistas demócratas voten contra una propuesta de ley de la propia presidenta.En muchos casos los partidos no estén interesados en una victoria particular, sino en tener la cuota más grande. Por ejemplo  en la última temporada de The Good Wife el comité demócrata deja a Alicia Florrick, que ha ganado su elección, a los piés de los caballos porque una revisión electoral pondría en riesgo la elección (amañada) de un senador demoócrata. En Europa un partido quiere ganarlo todo porque cada circunscripción tiene una unidad de negocio con lógica propia (como demuestran las alianzas de partidos tradicionales como PSOE o PP), mientras que en EEUU (o los partidos más nuevos en España como Ciudadanos o Podemos)  tratan de mantener una visión de conjunto que maximice su estrategia de poder general.

En este esquema podemos pensar que en la política europea más tradicional, los partidos fabrican y proponen al candidato, mientras que en el caso de Estados Unidos se trata de apoyar al candidato con más posibilidades para conseguir la mayor cuota de poder. Si el partido es la gallina y el candidato es el huevo, en Europa es primero la gallina y en USA es primero el huevo.

La elección del candidato

En  el modelo europeo el candidato lo ponga el partido, y en el estadounidense sea el electorado. Sin embargo, esto no es algo tan taxativo ni tan claro y ha variado los últimos años. Estos modelos tienen implicaciones mayores en la relación entre partidos, líderes y ciudadanos. ¿Por qué? Porque según sea quien elija al candidato su autoridad y su legitimidad, y por lo tanto, su independencia, será muy diferente. Podemos hablar de:

  • La elección es del partido: Aquí tenemos claramente al Partido Popular y (en cierto modo), al PSOE. El partido (su aparato, o el líder, si es una estructura muiy dentralizada) decide quién va a ser el candidato. Esto en teoría subordina al candidato a los designios del partido (por ejemplo el ex-presidente de La Rioja, que ha renunciado a su reelección). Su autoridad está derivada de él. ¿Por qué esto es así? Pues porque para el ciudadano es muy complicado saber quién es un buen político. Si a mi me preguntan que elija quién quiero que se presente a las elecciones de mi municipio, puedo conocer al candidato más popular que no es necesariamente el que tiene las mejores ideas, o la mejor capacidad de gestión  (también es cierto que esta teoría no es ninguna garantía, vista la composición de las élites en España).
  • La elección es de la militancia: En este caso el candidato es elegido en unas primarias por el grupo de aquellos que están implicados con la estructura y la ideología del partido. En este modelo la autoridad es el partido (en general, no la estructura), y el candidato está subordinado a esa “pureza” o “idoneidad” ideológica. Este es el modelo Francés, o (teóricamente) el del PSOE (digo teóricamente, porque el aparato del PSOE se ha especializado en cortar las piernas a cualquier candidato que no sea el del aparato). En este modelo hay dos grandes problemas. Por un lado la militancia de los partidos tiene una ortodoxia ideológica más marcada  que el resto de la sociedad y que sus cuadros (por ejemplo, en Francia, si las primarias del partido de Sarkozy es solo para militantes, ganará este, si se abre a los simpatizantes, puede ser que ganen candidatos más moderados). Por otro lado, si un candidato que gana no entra en “sintonía” con la estructura del partido, lo más posible es que pase a mejor vida, porque aunque el candidato tenga la autoridad, quien tiene el poder (los recursos para realizar la campaña) es el partido, como bien atestigua el caso de Josep Borrell.
  • El elector: En el modelo más abierto quién elige al candidato es el elector que no está necesariamente vinculado al partido. Evidentemente esto abre las puertas al trolleo en estado puro, pero me da la
    Esta es Alicia Florrick sin mirar a su espalda

    Esta es Alicia Florrick sin mirar a su espalda

    sensación de que la gran mayoría de los ciudadanos tienen el suficiente sentido cívico como para no hacerlo (es fácil imaginar a simpatizantes del PP votando por Carmona en unas primarias del PSOE). En este caso la legitimidad total y absoluta es del candidato cuya elección no tiene nada que ver con el partido. A esto se suma que el apoyo al candidato es un indicador de su posible capacidad de adquisición de fondos, lo mejor que puede hacer es apoyar a ese candidato. Evidentemente, en algunos casos muy ajustados el partido puede tener una capacidad decisoria (como podemos recordar en la elección del candidato Santos en El Ala Oeste), pero suele ser secundario. Por otro lado, hay que tener en cuenta que el candidato con más posibilidades es el que puede conseguir más apoyos populares o económicos que no tienen por qué ser los más preparados. Por ejemplo, todos los que hablan de las primarias abiertas y totales pueden pensar en que George W. Bush las ganó (de calle) igual que Obama, o que Donald Trump podría ganarlas

 

Los grandes debates.

Mataría por ver a Sorkin en esta rueda de prensa

Mataría por ver a Sorkin en esta rueda de prensa

Cuando un modelo se crea se hace siempre en el mejor de los casos. La elección interna de los partidos piensan en que habrá candidatos muy profesionales y preparados; las primarias cerradas creen que el candidato será alguien aferrado a la idea del partido y no a los intereses burocráticos de la estructura; las primarias abiertas piensan que el candidato más apoyado por toda la ciudadanía tendrá una perspectiva más abierta, plural y un proyecto más amplio que cualquiera de los primeros.

Sin embargo la realidad es muy dada a las parodias hace que la política real parezca el Scary Movie de la política real. Los modelos basados en los partidos generan que auténticas lapas del poder que no han visto un ciudadano en años estén acaparando durante décadas el acceso al mismo. Los modelos de militancia generan candidatos que tienen la cabeza metida en un cubo ideológico que no es capaz de integrar mayorías en sociedades tan complejas como las actuales. El modelo abierto realmente genera estructuras en las que la capacidad de conseguir dinero sea la única razón para elegir a quién tiene opciones para llegar al poder dando resultados a veces poco deseables.

 

Realmente no hay un modelo mejor ni peor. Todos ellos recogen la percepción que tiene la sociedad sobre la política. Por ejemplo, en la España de Podemos y Ciudadanos, donde las estructuras políticas se tambalean, términos como “el gobierno de los mejores” no deja de retratar una idea de profesionalización que se aleja mucho de lo que pueden aportar unas primarias. Sin embargo, la aparición de las tecnologías y de los medios de comunicación acaban afectando al papel del liderazgo en la política, tanto para bien como para mal. Cada vez es más frecuente esperar una participación más activa de los ciudadanos, la fabricación de los lideres mediáticos antes de las elecciones, o la visibilización de sus meteduras de pata afectan y mucho a la relación entre estos tres elementos. Habrá que ver que nos inventamos ahora

 

 

Autor: craselrau

doctor en ciencias políticas, friki, cocinillas y bloguero. Analista web y colaborador en todoseries.