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Juego de Tronos, la postmodernidad y la globalización

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ISIS segun JRR Martin

ISIS segun JRR Martin

Este post, para variar, no  tiene spoilers. Puede tener alguna mención a algo ocurrido en las dos obras que tratamos pero que son bastante antiguas o expandidas en la sabiduría popular que no los llamaría ni eso.

La fantasía siempre ha estado muy sustentada en la perspectiva del mundo que tienen los lectores. Los mundos fantásticos, de una manera o de otra, han tenido éxito porque determinados valores y símbolos encajan en la perspectiva de los lectores. No se trata tanto de un imperativo, como de la capacidad de crear algún tipo de identificación con los aspectos que les interesa. Es por ello que las que son  posiblemente  las dos sagas épicas más importantes del momento, Juego de Tronos y El Señor de los Anillos han tenido éxitos importantes en épocas realmente diferentes y, en mi opinión, en parte debido a cómo recogen las diferencias  de las épocas en las que se escribieron.

Partamos del respeto y admiración que siento por las dos sagas, aunque debo reconocer que a mi me gusta mucho más como está escrita la obra de Tolkien, también debo decir que la obra de Martin me ha tenido enganchado con más fuerza.

En todo caso, siendo las dos obras de un gran éxito, hay que tener en cuenta que se han escrito en periodos muy diferentes. El mundo de Tolkien era uno en el que acababa de terminar la II Guerra Mundial: una guerra de frentes entre países con sociedades más bien homogéneas y con una estructura de poderes estable. En aquellos tiempos había  malos bien identificados, definidos de manera clara en el mapa y, en términos generales, una vez terminada la contienda, al menos oficialmente, el propio mal fue erradicado.

El héroe tolkeniano según George Martin

El héroe tolkeniano según George Martin

Las sociedades diferentes

Pensemos en el mundo de Tolkien: hay enanos, elfos, humanos y hobbits. Todos ellos, aunque no viviendo unidos en Estados, salvo excepciones. no se mezclan. De hecho tienen diferencias irreconciliables y se alían exclusivamente entre ellos en los momentos en los que un mal identificable (y con la horrible cara de los orcos), permita que superen sus diferencias para superarlo.  Solo algunas excepciones, Aragorn, hay intercambios culturales que generan no pocos conflictos. Esta analogía, facilmente identificable con el nazismo es uno de los enfoques en los que la obra de Martin es muy diferente.

El conflicto étnico según Tolkien

El conflicto étnico según Tolkien

En Poniente la situación es muy distinta. A parte de que la población es humana (aunque hay diferencias entre los Ándalos y los primeros hombres), hablamos de sociedades muy heterogéneas en las que los diferentes reinos conviven y se enfrentan entre ellos cambiando de posición con bastante frecuencia. De hecho, ante un mal lejano (de momento) que amenaza la existencia de todos (los caminantes), la verdad es que por falta de credibilidad o de voluntad, no ha provocado ninguna reacción entre esos reinos. Pensemos un poco que, en el mundo actual las sociedades nos son tan homogéneas como hace 40 ó 50 años: los flujos migratorios, los viajes, las integraciones políticas, la globalización cultural dibujan un mundo que se aleja enormemente del enfoque de Tolkien y que se parece mucho al de la serie de HBO. Incluso alguien podría pensar que la indiferencia que hay hacia la amenaza de los caminantes blancos es equivalente a la que ha habido a ISIS, una amenaza si bien peligrosa, lejana, que ha provocado respuestas sólo en el momento que Occidente ha ido viendo su seguridad amenazada. Evidentememente, Juego de Tronos es muy anterior a la amenaza que supone ISIS, pero ciertamente, una persona de los años 6o posiblemente no pensaría que ante una amenaza los líderes políticos se dedicarían a azuzarla en su beneficio contra otros (si bien es una práctica que ya se hacía como se podía comprobar en Latinoamérica o Asia), algo que la población actual asume como posible y hasta normal

 

Las Religiones:

Lo más que podemos decir de la religión en El Señor de los Anillos es que tiene un papel secudario. La Europa Occidental en la que escribe Tolkien es una Europa cristiana que arregló cientos de años atrás sus problemas entre católicos y protestantes y en la que el tema del judaismo no se podía tocar, en parte por ser poco problemático, en parte por el Holocausto. Si Tolkien hubiera escrito una novela en la que el fanatismo religioso no solo fuera un factor importante, sino que provocara auténticos conflictos civiles, no hubiera tenido la misma recepción por lo lejano de la materia.

En el caso de Juego de Tronos la temática religiosa incluye tres variantes muy importantes:

  1. Los que mantienen una religión que ha sido extinguida, y que, pese a estar integrados en una sociedad, sus diferencias religiosas provocan cierto recelo. Es el caso de los norteños, que, aunque en la serie se toca menos, en los libros si que provocan comentarios acerca de la poca fiabilidad por el culto a sus dioses
  2. El conflicto religioso: El culto de Rh’llor pese a ser minoritario (y para que negarlo, peligroso), va creciendo y plantea directamente el exterminio de todas las religiones falsas. Melisandre se dedica a hacer barbacoas cada dos por tres. Hace cuarenta años pensar que tuvieramos noticias de gente decapitando, crucificando o quemando a otras por tener una religión diferente nos llevaría a la edad media. Hoy en día, lamentablemente, saltean las noticias de los periódicos. Igual que en el punto anterior, ISIS es posterior a la obra de Martin, pero por algún motivo, la concepción de su mundo permite que la gente aplique castigos ejemplares a los de otras confesiones, algo que, evidentemente pasa en nuestro mundo.

    No han dicho que es española, porque no les ha dado tiempo

    No han dicho que es española, porque no les ha dado tiempo

  3. El fanatismo que prende en la miseria. La trama de los gorriones me gusta mucho porque explica casi como un cuento lo que ocurre en sitios como el extrarradio de las grandes ciudades francesas: personas en una situación social desprotegida, en este caso refugiados de la guerra, mientras que en el caso francés son personas con unas condiciones de exclusión social evidente. En cualquiera de los casos, tenemos personas a las que las instituciones han dejado tan desprotegidas que, directamente, se han visto apoyados por colectivos religiosos que les han ofrecido una vida mejor y que han aumentado su fervor.

Las religiones actualmente si no un problema, si muestran los puntos de choque de problemas má profundos (integración, desarrollo, cooperación, instrumentalización política), cuestiones implanteables en los 30 gloriosos.

El bien, el mal y los personajes.

La Europa de postguerra no tenía mucho misterio. El malo habían sido los nazis, y, después, los soviéticos. Simplemente ellos eran malos, y nosotros buenos y, más allá de eso, el mal real lo era en la medida que se aproximara a ellos. Hoy en día el mal (salvo casos extremos), es difícilmente identificable, entre otras cosas, porque es demasiado complejo entender qué de lo que se hace está bien, está mal o es un mal necesario.

Evidentemente la obra de Tolkien tiene un mal muy claro, con sus ramificaciones naturales (Saruman), y con algún elemento secundario (el Senescal de Gondor), fruto de la locura. Más allá de eso, elementos como “un mal necesario” o la venganza entre los personajes son elementos inconcebibles en esa obra.

En Juego de Tronos realmente no podemos hablar de un bueno. Quizá los pocos personajes arquetípicamente buenos, los Stark no tienen una duración suficiente como para entender que la moral es una lastra en un mundo complejo. Más allá de eso, y aunque pensemos que Cersey es mala, podemos entrar en matices de por qué lo es y si sus rivales son mejores personas. Incluso Danaerys, con toda su buena intención de acabar con la esclavitud tiene que hacer cosas moralmente discutibles para poder seguir con su misión. Podríamos decir que Juego de Tronos explota el relativismo moral para poder llevar a los personajes a hacer cosas que nos incomoden (mucho), pero  a su vez que podamos comprender por su contexto.

Y es que el contexto complejo lo es todo. El Señor de los Anillos acaba entonando un nostálgico felices para siempre a partir de la eliminación de todos los problemas con la victoria sobre el mal. A falta de leerme 3 de los libros de Martin, y habiendo visto todo lo emitido, lo que tengo claro es que no habrá un final feliz en Juego de Tronos porque entre tantos personajes, conflictos y perspectivas, en las que no hay personajes puramente buenos o malos, no hay posible final feliz, porque no hay escenario en el que todos puedan estar contentos, e incluso que lo queramos. La complejidad en la que se mende Poniente es una complejidad de las sociedades actuales en las que, más allá de las pasiones y perspectvas de cada uno, es evidente que las cosas no son tan simples como cuando los cuentos se escribían con máquina y no en ordenador.

Autor: craselrau

doctor en ciencias políticas, friki, cocinillas y bloguero. Analista web y colaborador en todoseries.