Este post tendrá spoilers noi muy graves, pero si importantes, de Jonathan Strange y Mr. Norrel. Si no la habéis visto, aquí teneis dos consejos: id a verla y no leáis el post.
Toda organización política del mundo parte de la manera en la que se entiende su propio funcionamiento. No se trata simplemente del papel que juega la idea de dioses, la naturaleza o la tecnología, sino a las normas generales que hacen que funcione todo en él. Hasta aproximadamente el siglo XVII, en Europa, la idea fundamental era que todos eramos hijos de Dios que genera el mundo con un plan preestablecido y establece diferencias naturales entre las personas para poder contribuir a ese plan (esto sería un breve resumen de la filosofía política de la Europa medieval y moderna). Sin embargo, a lo largo del siglo XVII, entre protestantismo, guerras, la necesidad de las iglesias de apoyarse en los monarcas, el descubrimiento de que muchas de los dogmas eclesiásticos eran evidentemente falsos (como la forma de la Tierra), contribuyeron a cambiar esta perspectiva. De esta manera va dándose lugar a la Ilustración que, hablando mal y pronto, es de donde proviene toda la concepción política occidental actual. Para hablar de este periodo y de cómo nos ha marcado, vamos usar la reciente serie de la BBC, Jonathan Strange y Mr. Norrell.
La magia en tiempos de la Ilustración.
La Ilustración es un periodo en el que básicamente muchas personas (no vamos a decir todo el mundo), quería conocer cómo funcionaba todo en el mundo. Es en este periodo en el que el método científico que se venía desarrollando en la Europa moderna impulsa la ciencia en 200 años más que en los 1600 anteriores. En el caso de Mr. Norrell, tenemos esto ejemplificado en las sociedades de magos teóricos que recorren Inglaterra al inicio de la historia. Alguien podría decir que la magia no es exactamente física o astronomía, pero cabe entender que parala mayoría de científicos de la época era tan inconcebible la existencia de la fuerza de la gravedad como posible convertir el oro y el plomo (de hecho, Isaac Newton descubrió la primera y creía en la segunda). Así que, puestos a intentar averiguar ¿por qué no entender si era posible todo lo que decían las leyendas de la antigua magia?
Esto es un fenómeno que coincide, precisamente, con la remisión de las creencias religiosas tal y cómo creíamos y que la serie muestra sin dar una explicación clara. La magia es, por definición, una actividad prohibida por la Iglesia, dado que hace que existan fuentes de poder diferentes de las de dios. Que haya sociedades de personas dedicadas al estudio de la magia es posible gracias a su interés y a que la Iglesia no les iba a quemar... y no les iba a quemar porque básicamente ya no podía hacerlo.
La serie se basa, en gran medida, en el folclore inglés sobre la magia y el animismo. En España no lo tenemos, porque cientos de años de Inquisición eliminó cualquier rastro de esta concepción, pero en Reino Unido, especialmente en el norte (más bien Escocia) y en el Este (Gales), el tema de las tradiciones mágicas siempre estuvo más o menos activo. Cualquiera puede encontrar como una explicación de la leyenda artúrica y del mago Merlín la integración de la tradición mágica (el propio Merlín) con la religión (el Grial) para poder instaurar el poder del Estado (Arturo).
El hecho de que la Iglesia pierda poderío hace que el ser humano vaya explorando límites antes vetados. Esto es lo que se llama secularización, que va ganando cada vez más terreno en la ilustración hasta arrinconar la concepción religiosa de todo lo que sucede en el mundo.
Todo lo humano es humano.
De esta manera, el poder, en este caso la magia, deja de ser una materia oculta para ser un objeto de estudio. Al inicio de la serie toda aproximación es teórica porque no es posible hacer que nada funcione. Sin embargo, es un estudioso de la magia, alguien que recoge la esencia de la Ilustración, el que la rescata y la pone en práctica, convirtiéndose en el “Único mago auténtico de Gran Bretaña”.
En el mundo que gesta la Ilustración todo es posible, todo es interesante y, especialmente, todo es susceptible del interés humano. Mr. Norrell va a Londres a poner su magia al servicio del reino, algo absolutamente propio de la modernidad y del estado que se va forjando desde el absolutismo. Un hombre de un siglo antes, o un Español de hasta hace 30 años, lo habría puesto al servicio de Dios, pero en Reino Unido piensan que éste va a lo suyo y es más práctico poner las cosas útiles al servicio de quien habla directamente y con palabras.
A todo esto, la aparición de un nuevo mago más “de sangre” que Norrell hace que éste acabe aplicando el servicio del Estado para aquello que el Estado suele pedir: la guerra. En este caso, Jonathan Strange se va a las guerras napoleónicas a echar un cable al duque de Wellington, que parece tener claro que en estos asuntos, o vas con todo, o no vas. El duque pide que “cada ingeniero y oficial de el máximo”, y eso es lo que exige a Strange, llegando a utilizar magia negra y prohibida por su maestro a mayor gloria del ejército Británico.
Esta concepción de instrumentalizar todos los elementos al ser humano, lo que se puede llamar el Ethos Cartesiano, supone que todo está hecho para disfrute del hombre y, no hace falta ir muy lejos para ver hasta que punto esto es un elemento que pervive. La contaminación industrial, el arsenal nuclear, el uso de combustibles fósiles,… todos estos elementos muestran que el poder está dispuesto a usar todos sus instrumentos en beneficio de las personas y del Estado en última instancia.
La Ilustración y la tradición.
Sin embargo, este tipo de cambios no está libre de resistencias. En este caso los problemas vienen con el uso ilimitado del poder de la “magia antigua” del Rey Cuervo. Esta magia, reclamada por Strange como más poderosa que la que practica Norrell tiene dos problemas importantes. Por un lado esta magia no es controlable por el hombre, y por lo tanto, supone un riesgo para todo lo establecido. Esto es la moraleja principal de la serie.
Por otro lado, el progreso, la evolución de aquello que las personas no comprenden se convierte en elemento de conflicto en la sociedad. En este caso (años de la primera revolución industrial y de las primeras máquinas de producción), a la vez que llega el avance tecnológico llegan los luditas que, en la serie, asocian al Johannismo en la serie. Dicen que su rey no es el rey de Inglaterra, en parte por miedo al avance de la tecnología, en parte porque jhay un poder superior al del Estado: la magia del Rey Cuervo. Que estos colectivos estén en zonas rurales y más deprimidas de Reino Unido no es algo al azar, sino que representa, a mi juicio, uno de los problemas que configurará la sociedad industrial: la fractura entre el campo y la ciudad.
El planteamiento de la serie, además, permite apreciar filosóficamente la naturaleza de la dialéctica Hegeliana. Una tesis (Norrell) y una Antítesis (Strange) que están condenados a chocar, más allá de su voluntad y sus preferencias. No se trata tanto de la existencia de un enemido, sino de la imposibilidad de coexistir por tener dos naturalezas totalmente contradictorias en un elemento esencial. En todo caso, sin entrar en espoilers sobre el (Extraordinario) final de la serie, si que hay que señalar que explica perfectamente no sólo el funcionamiento filosófico de la Ilustración, sino las principales contradicciones que genera la sociedad que nació a partir de ella. Vamos, que hay que verla.