En las últimas semanas hemos asistido a una culminación de la crisis del bipartidismo en España. Por un lado, la condena al Partido Popular en el caso Gürtel ha supuesto la moción de censura del gobierno de Mariano Rajoy. Por otro lado, la victoria de dicha moción por un partido que no es el mayoritario en el Congreso de los Diputados, ha supuesto la llegada al poder de un candidato que fue ya “cesado” como máximo responsable de su partido: Pedro Sánchez. Esto permite analizar algo interesante: el funcionamiento de los Partidos como burocracia. Todo ello a la vez que llegábamos al final de The Américans, donde se tocaba un tema en parte similar.
A partir de aquí, algún espoiler de la última temporada de The Americans y algo de teoría política y de la organización.
The Americans: Nosotros somos el partido.
En la última temporada de The Americans, Elizabeth Jennings es un peon (sin saberlo) de una maniobra de la KGB para echar a Gorbachov en plenas negociaciones de desnuclearización con USA. Como la gente de la KGB sabe que lo suyo no es muy legal y que Elizabeth no apoyaría la maniobra, le ocultan sus intenciones desinformándola. Cuando la protagonista confronta a su enlace con sus hallazgos ella se lo confirma. Gorbachov está tomando, según la KGB, decisiones que van contra el interés del país y del Partido. Da igual que sea el Secretario General legítimo y votado (de aquella manera) por los miembros del Partido. Su decisión es interpretada como contraria a este y, por lo tanto, hay que acabar con él. La respuesta de Claudia es la que daría cualquier cuadro de un partido en circunstancias similares: “nosotros también estamos en el partido”.
Hace unos años, Pedro Sánchez era secretario general del PSOE. En nuestro segundo intento de elecciones en unos seis meses, el principal partido, el PP no consiguió mayoría suficiente para investir a su candidato. En esas circunstancias, Pedro Sánchez, que había basado su campaña en algo tan claro como “No es no” decidió no apoyar la investidura. El partido consideró que eso iba en contra del interés nacional (y del del propio partido) y en un fin de semana descacharrante, desmontó la cúpula del mismo para echar a Pedro Sánchez. Poco después de esto, el PSOE dio los apoyos suficientes para que Mariano Rajoy fuera investido presidente sancionando a los diputados que votaron en contra.
Esto en las series americanas siempre queda mejor.
Todo esto es lo que hace una “burocracia de partido” cuando hace lo que las burocracias tienden a hacer: mantener su supervivencia consolidando su poder. Pero ¿Por qué hay burocracia en los partidos?
La burocracia de los partidos políticos.
Una de las grandes paradojas de la democracia es que los actores del sistema en gran parte del mundo, los partidos, no son especialmente democráticos. De hecho, esta cuestión no es nueva. Robert Mitchels hizo ya a principios del siglo XX una investigación sobre el que podemos considerar “primer partido político moderno”, el Partido Socialista Aleman (SPD) con un resultado revelador. Más allá del regimen político o de la ideología de una organización, en un partido político el poder lo ejerce una élite. Es lo que se llama la ley de hierro de los partidos políticos.
El razonamiento, aunque hasta esa fecha no tratado, es relativamente lógico. Un sistema democrático requiere una competitividad de las organizaciones que operan en él. Esta competitividad acaba primando la organización y la eficiencia para obtener resultados. De esta manera no es que los partidos que ejercen el poder sean por definición burocracias, es que sólo los que tienen una estructura burocrática tienen capacidad real de alcanzar el poder. No es que los otros sean peores, o tontos, simplemente son lentos.
Este concepto es algo que está presente hasta hoy. Recordemos que incluso un partido de corte “abierto y nuevo” como podemos, se arrojó en sendas ocasiones al liderazgo de su Secretario General, Pablo Iglesias, para poder cumplir sus objetivos, en Vistalegre las dos veces.
La cosa se pone más divertida cuando Michel Crozier en el Fenómeno Burocrático analiza precisamente las implicaciones de esta realidad. ¿Qué significa que los partidos tengan una burocracia? Pues que la burocracia es la que controla de una manera u otra el partido, que tiene como principal finalidad su supervivencia, y para garantizarla usará los medios más eficientes para ello. En condiciones normales de estabilidad, no es tanto que la burocracia decide quien gana, sino que quien gana tiene que llegar a algún acuerdo con la burocracia para sobrevivir ahí arriba.
Sistema de despojos, burocracia, partidos y crisis.
Y ¿Cómo mantienes un acuerdo con una burocracia que ya tiene el poder en el partido para alcanzar el poder? Pues, lógicamente, dándole más poder, en este caso, fuera del partido. Esto se hace asignando cuotas de poder al partido y a su burocracia en los órganos de gobierno a los que se entran. Si la cosa es “una democracia madura” esto significa los primeros niveles (casi que de ministro hasta directores generales). Si la cosa no es “muy madura” o lo que sea, esto llega hasta el último empleado público de ventanilla (esto es lo que llamamos spoils system, pero no tiene nada que ver con los spoilers). Este es el motivo por el que, cuando Rajoy puso a Catalá y a Tejerina (ministros de perfiles técnicos) personas del Partido Popular manifestaron su malestar por no poner perfiles más políticos, lo que compensó nombrando a Alfonso Alonso en Sanidad.
Pues bien, la cuestión es que el “segundo advenimiento” de Pedro Sánchez a través de primarias se hizo con muy poco apoyo de los notables del partido. Todos ellos apostaron por Susana Díaz y perdieron. Esto significa algo inédito en España: un presidente que forma un gobierno relativamente libre de ataduras de su burocracia partidista. Esto podría explicar que gran parte de estos nombramientos no sean del partido, o sean personas que ya no ocupan puestos de relevancia, dejando al “aparato” un poco fuera de juego.
En términos internacionales esto lo podemos ver con Donald Trump, candidato a pesar de su partido o Emmanuel Macron, que directamente, se lo tuvo que inventar sobre la marcha (guiño, guiño). Trump ha realizado nombramientos un poco de todo tipo, pero en el francés no es algo tan raro, dado que su mito fundador, De Gaulle, tuvo que hacer algo muy parecido en 1958. En todo caso, tanto en EEUU como en Francia hablamos de sistemas presidenciales en los que los partidos pintan menos y que son bastante diferentes. Algún día hablaremos de parlamentarismo, porque parece que es algo que tenemos un poco suelto.
La burocracia en descomposición.
Sin embargo hay que señalar que la burocracia es como los bebes, y aprecia la estabilidad y la rutina. Esto significa que cuando sale de un escenario que controle o conozca, entonces entra en crisis. En algunas ocasiones puede esperar, porque la burocracia, incluso en la adversidad, es bastante resistente. Es un poco la sensación que daba el PSOE entre la victoria de Sanchez y la moción de Censura. En otros casos, los hechos trascienden esta voluntad y esa burocracia se descompone. Es lo que ha ocurrido con la dimisión de Rajoy en el Partido Popular.
Las burocracias parten de un reparto bastante estable de cuotas de poder, recursos y conocimientos en la organización. LA estabilidad propicia un cierto equilibrio, que no siempre es igualitario, pero permite sobrevivir a todas y aspirar a un mejor futuro. Pero cuando se va el líder y lo hace sin dejar las cosas “ordenadas” las expectativas de poder (y el miedo a desaparecer) se disparan. Esto es lo que hace que ahora mismo el Partido Popular no sólo esté a remolque, sino además, desarbolado. La lucha entre diferentes estructuras oficiosas (las “familias”) ha roto el orden burocrático. Hasta que no haya un nuevo orden (y que este se acepte por todos) la cosa no cambiará. Normalmente esta aceptación suele venir por un buen resultado en el que haya más poder que repartir.
En resumen.
Los partidos políticos para triunfar en sus objetivos generan structuras burocráticas que apoyan a sus líderes
Los líderes aprovechan esa estructura para alcanzar el poder, pero en contraprestación, las incorpora en las nuevas cotas alcanzadas
Cuando el líder no se ha visto apoyado por esa burocracia, es libre de componer su círculo de poder sin contar con ella
La burocracia sobrevive mientras la situación de poder interna sea estable
Si el orden interno se rompe, la burocracia se descompone para que cada una de las familias que la integran intente conseguir el poder en el partido
Facil, ¿verdad?