Poder y series

Política para seriéfilos

The Newsroom y el periodismo que nunca existió.

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Will reflexionando sobre la responsabilidad o buscando un "paluego"

Will reflexionando sobre la responsabilidad o buscando un “paluego”

Soy un fan de Aaron Sorkin (sobre todo cuando está acertado): adoro, como es lógico, El Ala Oeste de la Casa Blanca, me gustó muchísimo Studio 60 pese a su final “casa de la pradera total”, incluso unas de las primeras frases que enseñé a decir a mi hija fue

“¿Ordenó usted el Código Rojo?”

Eso no quita que reconozca que The Newsroom, su despedida de la televisión en aras del cine, me parezca un producto más bien regulero, que me molestó mucho con el tono machista (especialmente en su penúltimo e inexplicable episodio) y que, bueno, era mejor cuando se alejaba de su “reidealización de la realidad” y hacía ficción. Lo que sí que no me gusta nada es que me hagan comulgar con ruedas de molino, y es que el periodismo fetén del que hablaba con nostalgia y cara de aguantar un eructo Will McAvoy no existió “en el pasado”.

El silogismo Newsroom: La Razón te hará libre

Retomemos las ideas de base de Aaron Sorkin:

  1. La libertad precisa de información (esto es bien)
  2. Los periodistas garantizan que la información llegue a los ciudadanos (ja)
  3. Solo cuando los periodistas tratan las noticias la información es buena (jaja)
  4. El internet es el mal que hace que cualquiera cuente su opinión de la verdad sin contar con un control profesional y editorial que garantice la veracidad de la información (y esto sin que se le caiga la cara de vergüenza).

 

Cualquiera que arrastre el silogismo llega a una conclusión más que “inquietante”: el internet está matando la libertad de las personas (así como dicen en China, Corea del Norte, Irán, España, y, bueno, en general, gobiernos preocupados de que los ciudadanos sean libres). Esto llega a su cima cuando en el inefable (porque es la inefabilidad en su esencia) penúltimo capítulo de la serie, Internet mata a Charlie, que era muy simpático y entrañable. Internet mataba al

-Ey, tios, Internet ha matado a Charlie.... -¡Hijos de Puta!

-Ey, tios, Internet ha matado a Charlie….
-¡Hijos de Puta!

periodismo.

Todo esto se supone que tenía que motivar a la gente a sacar a hombros a sus periodistas de cabacera y agradecerles la libertad. De la riada de críticas que le cayó encima al señor Sorkin por toda la serie en general y sus últimos capítulos en particular, destacaron temas como el machismo, su partidismo ideológico (nunca un republicano fue tan demócrata) y el desgaste de sus arquetipos, pero no he visto muchas críticas a que su visión del periodismo no ha tenido lugar en ningún momento.

La entente Cordiale entre Sartori y Sorkin.

Como decía la canción, no hay peor nostalgia que la de lo que nunca sucedió, y en este caso The Newsroom tiene nostalgia de un periodismo que, realmente, no se encuentra en una época concreta. No quiero decir que no haya habido periodistas cuyo increible trabajo haya consolidado la democracia sacando a la luz las miserias del poder, o resistiéndose a cumplir normas absurdas, sino que esto, cuando ha pasado ha sido más anecdótico que la norma. Igual que no todos los soldados son héroes, ni los científicos son génios, ni los poitologos Pablo Iglesias.

A The Newsroom le pasa que idealiza un pasado que no es que no fuera tan luminoso, es que, directamente, la edad de oro del periodismo no ha sido una edad de oro, sino el sacrificio de personas luchando, en muchas ocasiones, contra las mismas estructuras que idolatra Sorkin. No es algo raro: un tipo ideológicamente alejado del autor de Studio 60, como Sartori tiene la misma percepción de que antes todo era mejor, la gente era menos idiota y todo eso porque nos manipulaban mucho menos. Como bien dicen en este post de La Página Definitiva, ambos autores coinciden en que en los tiempos en los que todos volvíamos después de pasear por la hacienda, al Club de Campo a comentar los artículos de The Times eran mucho mejores… pero es que eso paso NUNCA.

Ciudadana Marilo.

Vamos a tiempos en los que Internet no era una preocupación, y el periodismo estaba en manos de grandes periodistas, alguno de los cuales da nombre al premio de mayor prestigio periodístico: finales del siglo XIX. En aquellos tiempos, uno de los grandes magnates como William Randolph Hearst (el que todos sabemos que inspiró Ciudadano Kane, pero que no se podía decir,

Dramatización de los hechos #nofilter

Dramatización de los hechos #nofilter

porque cualquiera tosía al señor) estaba en la locura de lo que hacen las empresas que contratan a los periodistas: vender periódicos. Aprovechando que España estaba perdiendo sus colonias y acercándose a una guerra que no acababa de llegar, los periódicos del señor Hearst contribuyeron de manera muy activa a que esa guerra llegara. No es que se limitaran a exacerbar los ánimos del público americano, ni siquiera que machacara con las noticias, es que directamente se las inventó e hizo lo posible para que esa guerra llegara. Obligó a sus periodistas a mantener un puesto garantizando que él lograría la guerra, llegando al punto de atribuir a España el  ataque al Maine que ya era dudoso que hubiera realizado entonces y que hoy es más que seguro que no realizó. Que no es que me duela que sea España, pero de ahí a que me parezca un héroe hay un rato largo.

Pues bien, esas noticias estaban escritas por periodistas, editadas por sus responsables, y publicadas… todo ello sin usar Google ni calentar los comentarios de Meneame. De hecho, se inventó noticias para alimentar su negocio.

Con esto quiero decir, que no es que el periodismo tradicional sea el mal, pero tampoco es el bien. Como diría el presidente de Ecuador Correa, después del despido de Ana Pastor de Televisión Española “libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”, más ahora que nunca.

¡Paren máquinas! Tenemos nuevo patrocinador

¡Paren máquinas! Tenemos nuevo patrocinador

Se lo puede decir a Sorokin el antiguo y el nuevo director de El País, a los recientes despedidos de la Cadena Ser, o, incluso siendo más directos, a los editores españoles que han dedicado más páginas a la “complementaria” de 200.000 euros de Monedero que a los cientos de millones de euros de la lista Falciani, defraudados por sus honorables patrocinadores.

En definitiva,

no cuela.

No soy muy fan de dar crédito a cualquier cosa, y creo que el trabajo de un editor es importante y, de hecho, para mi tiene más credibilidad un editor que un rumor escrito y publicado por una sola persona, pero eso no hace que todo lo editado sea bueno o maravilloso. De hecho, si no fuera por Internet y muchos de sus medios, hoy no sabríamos prácticamente nada en España de Falciani, ni en EEUU de Abu Gharib, igual que el Watergate solo fue posible por el trabajo de Woodward y Bernstein. El compromiso con la verdad y la libertad y el rigor ya no es que dependan de un editor para estar garantizados, es que, lamentablemente, en España hoy en día es prácticamente excluyente.

Así que, Aaron, pásate por aquí y echa un ojo a cualquier medio, que a lo mismo te pasas a Reddit de cabeza.

Autor: craselrau

doctor en ciencias políticas, friki, cocinillas y bloguero. Analista web y colaborador en todoseries.